La paritaria docente puso de
relieve las distintas grietas en la administración pública nacional y
provincial. La gobernación de la provincia de Buenos Aires les cayó de regalo,
y conformar su equipo no fue tarea sencilla para la gobernadora María Eugenia
Vidal.
Tuvo que importar a casi todos
sus funcionarios desde el gobierno de la Ciudad, o recurrir a viejos amigos,
sin experiencia en la administración pública, aunque en segundas líneas dejó a
gran parte de la administración sciolista; un cóctel peligroso en cuanto a la
formación de equipos, todos vienen de sectores distintos.
El radicalismo bonaerense se
quedó sin espacios en la administración pública; aunque fue un fuerte bastión
en el armado territorial para la elección provincial, desde la UCR se sintieron
menospreciados con la magra cosecha de cargos
provinciales.
En el Gobierno nacional, la
situación es parecida; la conformación del gabinete trajo aparejado un rejunte
de políticos de distintas corrientes ideológicas, algunos economistas ortodoxos
y otros moderados, cuyas disputas internas las sufre la gente en el vaivén
económico del gobierno.
Pero la mayor crisis interna del
gobierno se vivió la semana pasada, cuando el ministro de Educación, Esteban
Bullrich, llegó a un arreglo de la paritaria docente nacional, que desde la
mesa docente sindical enunciaban en un 40% y desde el gobierno reducían a un
33%, sólo una cuestión semántica, en cualquiera de los dos casos, un número que
la provincia de Buenos Aires no va a poder pagar, sin perder los 50.000
millones de endeudamiento que le otorgó la Legislatura.
La situación se tornó tan
conflictiva para la Provincia, que la Gobernadora, en la reunión de gabinete
donde se lanzó el aumento del mínimo no imponible de $ 15.000 a $ 30.000,
obligó a derogar el incremento, ya que la Provincia no estaba en condiciones de
pagar ese monto.
Esto llevó al ministro Bullrich a
retractarse y desandar el camino, tuvo que tirar para atrás la firma del acta
acuerdo, hasta nue-vo aviso, poniendo de manifiesto los diferentes criterios
existentes en el Gobierno nacional.
Desde el Frente Renovador que
conduce Sergio Massa vieron la situación con preocupación, ya que resulta muy
evidente la conflictividad social que estas idas y vueltas van a generar, y
salieron rápidamente a despegarse del gobierno del presidente Macri.
La diferenciación vino de la
crítica a otras medidas, como la falta de actualización de la tablita de
escalas salariales para Ganancias, y no le votaron el DNU que denegaba la
devolución del 15% a las provincias. Dos temas que a sabiendas iban a poner a
la gente de su lado.
En el massismo no quieren que el
descontento social los deje pegados; van a acompañar a Macri mientras las
encuestas lo beneficien, pero si el ajuste sigue siendo extremo, no van a
acompañar.
En el Gobierno nacional vieron
con preocupación el fin de semana las encuestas que marcan una preocupante
sensación social, que no es del todo cierta pero marca una tendencia: “Macri
gobierna para los ricos”. Desde el gobierno quieren salir a revertir esa
imagen, pero todavía nadie sabe cómo.
Las medidas que toma el gobierno
se explican poco, y la sociedad las interpreta con su bolsillo. Esto tiene una
simple explicación: no es lo mismo un equipo para hacer una campaña electoral
que un equipo para gobernar.
Y muchos consideran que ahí está
el error de Macri: puso a su gente de confianza en la campaña para llevar
adelante una gestión de gobierno. Por eso muchos auguran un rápido cambio de
gabinete en áreas claves. Aunque los que conocen a Macri creen que esto es poco
probable.
En el gobierno provincial, las
disputas de poder entre los ministros no están lejos de asemejarse a la
situación nacional; hay dos grupos, bien marcados, que se pelean por espacios
de poder, sin lograr resolver todavía el problema de la administración
bonaerense.
Todos pensaron que la Provincia
era distinta, que era un juego de nenes, como aseguraban en Cambiemos; pero la
realidad les golpeó la cara, la crisis provincial se acrecienta cada día, sin
poder encontrar un horizonte cercano de equilibrio fiscal; las cuentas no
cierran, y con los amigos nacionales que parecen enemigos, cierran menos.
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